martes, 26 de agosto de 2008

El Velódromo del Ridículo

En días pasados se dio inicio a una “importante” ciclo pista que se construirá en Coatzacoalcos. La “magna” obra, que contará con presupuesto tripartita, será un tramo de apenas 600 metros, donde seguramente “entrenarán” los ciclistas de alto registro que hay en este puerto y que ya no tendrán que arriesgar sus vidas bregando con el tráfico del bulevar costero, o con los topes de la avenida Universidad.

Cuando la ciclo pista esté construida (si es que esto llega a suceder algún día), ya no tendrán que forzarse por hacer sus recorridos de veinte o treinta kilómetros diarios, podrán usar esos seiscientos metros como reiterativo recorrido para entrenar.

No es posible entender el surrealismo de las autoridades mexicanas, en los tres niveles de gobierno: quieren que se diga que fomentan el deporte y lo único que estimulan es la risa. No puede ser que los funcionarios de alto nivel carezcan de los asesores que les digan que obras, como la anunciada, sea mejor no hacerlas para no exhibir su ignorancia respecto de las cuestiones, deportivas en este caso. Sabemos que esos asesores son incapaces de decir: “Señor Secretario, esa ciclo pista tan sólo servirá para que los niños que están aprendiendo la usen para no correr riesgos ante el fárrago de las calles”. En vez de eso, son los primero en aplaudir el error que están permitiendo que cometa el funcionario. No tienen la capacidad de decirle que para ser útil al menos debe tener unos seis kilómetros. Temen que el jefe se enoje y los corte por incapaces. No entienden que su cargo no es el de ser alfombra de su jefe, sino el de evitarle cometer errores.

Aunque, conociendo la manera de proceder de los funcionarios, seguramente los corren por decir la verdad al jefe. Imagine la respuesta de un Marcelo si le dicen que esos seiscientos metros son una caricatura de ciclo pista, se sentirá ofendido y cercenará a quien se lo diga.

Así, Coatzacoalcos contará con una pirámide “olmeca” que, atinadamente, fue recompuesta en escudo monumental de la ciudad, una ciclo pista que será otra burla, ahora no de arqueólogos e historiadores, sino de los deportistas. ¿Qué más hemos de esperar del surrealismo gubernamental?

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