miércoles, 20 de febrero de 2008

La Privatización de Pemex

Como todos sabemos, los gobiernos panistas se caracterizan por una tendencia a convertir en privadas todas las empresas públicas. En esto siguen las normas que los diversos organismos internacionales marcan dentro de la política económica que debe seguir México. Esto no es nuevo y viene sucediendo desde el sexenio encabezado por Miguel de la Madrid.

Cuando Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo del “Tata”, padre de la expropiación petrolera, dice que no hay pruebas de que se esté privatizando Pemex, olvida que en 1985, ante la enorme deuda externa que tenía Pemex con los propietarios privados de los bancos, se concretaron contratos que convertían la deuda de Pemex en inversión directa de los capitalistas en la empresa paraestatal, se uso el nombre sajón de “swaps” para llamarle a esa forma de intercambio. Los bancos dejaron de ser acreedores para convertirse en socios. El público y los “doctos” periodistas lo ignoran, pero el hijo del “Tata” sí lo sabe. También sabe que durante el régimen de Salinas, del gran Salinas, del Salinas que todavía dicen que controla el país, del Salinas que es dueño de innumerables empresas, a través de primos, prestanombres y etc., del Salinas ante quien se acobardó, cuando tuvo a todo el pueblo de México consigo, el hijo del “Tata” sabe que Salinas cambió el régimen de la empresa “orgullo de México”, la dividió y a cada una de las fracciones la convirtió en sociedad anónima de capital variable. Pero no cambió el régimen fiscal, siguió tributando casi el 50% de sus ventas, dejando nula maniobra para invertir, renovar equipo o desarrollar tecnología propia (además de que se le amarró a los proveedores extranjeros con las certificaciones ISO). El ingeniero Cárdenas, que es un conocedor con talla de estadista sabe que eso era poner la empresa en manos del extranjero.

También sabe que durante el sexenio del oligofrénico Fox se contrataron varias empresas para realizar labores de perforación y explotación, incluida la concesión a la petrolera española Repsol de todo el gas natural que se pudiera extraer en la llamada “cuenca de Burgos”. Si esto no es privatización, debemos preguntarnos ¿cuál es el significado de “privatización” para el ilustre ingeniero?

No escapa la posibilidad de que se busque una semántica acorde con el sistema y que se entienda que los recursos petroleros son de la nación, por tanto no son privados, pero que lo explotan privados porque ellos hacen una labor altruista en vista de la incapacidad técnica del mexicano. ¿Por qué esa incapacidad no la había en 1938 y ahora la hay? Sólo Cárdenas la sabe.

viernes, 15 de febrero de 2008

Un Carnaval Trasnochado

Resulta que en Coatzacoalcos se lleva a cabo la “tradicional” fiesta de carnaval desde hace cosa de siete años –corto tiempo como para poder decir que es propiamente tradicional– y cada año se pone en evidencia lo ridículo que resulta llamar “tradicional” a una fiesta que carece de todo arraigo.

Es paradójico que, mientras que en Xalapa el alcalde se complace en participar en los recorridos de bicicleta que organiza la ciudadanía interesada en fomentar el respeto a la bicicleta como medio de transporte y recreación, en Coatzacoalcos el alcalde se disfrace de bufón para participar en alguna batucada disonante, obligando a que los funcionarios de toda índole se disfracen y participen en las comparsas.

El caso de Xalapa es un ejemplo de dignidad, mientras que en Coatzacoalcos el ejemplo es de humillación y sometimiento. La Corrales –que no participa, afortunadamente– envía a todo el séquito de lamedores de escupitajos para que bailen y se exhiban en el tal carnaval. Todas las perversiones de la vida sexual se muestran en las figuras municipales, obligando a que participen todos los que no quieran perder el trabajo.

Las fiestas de carnaval se entienden como el período del año inmediatamente anterior a la cuaresma –época en que se realizaban los ritos de fertilidad anteriores a la siembra– pero sucede que el carnaval de Coatzacoalcos se lleva a cabo dos semanas después de las fechas –estas sí– tradicionales. Es un carnaval de plena cuaresma, desarraigado y absurdo, cuya razón de ser se pierde en la ambición de quienes hacen negocio con la estulticia de ese sector del pueblo que vive de naderías.

El pretexto que se esgrime es que el citado carnaval fomenta una derrama económica notable, pero nadie puede demostrar que cifras como el ingreso per cápita crezcan con la aberrante festividad forzada. Eso sí, los que rentan graderíos aprovechan la ocasión, más este año, que ese negocio está completamente monopolizado. Los vendedores de licor esperan su oportunidad y los artistas de la carpa –traídos todos de fuera– cosechan los millones. Sí se trata de una derrama económica, visto bien, una erogación que hace el pueblo de Coatzacoalcos a través de su aberrante gobierno, para beneficio de gente de fuera –todos ellos. Claro se ve que el alcalde tampoco es oriundo de este municipio.