viernes, 23 de enero de 2009

El Túnel de Allende

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El paso del progreso a la fantasía puede verse en el cambio que hay de las obras del exitoso puente Coatzacoalcos I al absurdo túnel sumergido de Allende. El primero es hoy ya una obra que es tildada de caduca, pero que, aún hoy y a pesar de los muchos años, sigue prestando un servicio insustituible: el ser el único paso del ferrocarril que permite unir el centro con el sureste de México.

Tal vez la estructura de acero se encuentre envejecida, pero da paso al ferrocarril que une al país y que, por muchos años, le dio el nombre a Coatzacoalcos como “llave del sureste”. Este puente, a pesar de que requiere otros cuatro carriles para vehículos automotores, sigue siendo una obra muy lograda y que muestra su planeación aún hoy, a casi 50 años de haberse construido.
El túnel sumergido, en cambio, es una asacada de mentes torcidas que no resuelve situación alguna, porque no tiene la capacidad para que corra por él la vía del ferrocarril, por lo que su costosa inversión redunda en sólo un cuestionable beneficio para los escasos treinta mil habitantes de Allende, pero a un alto costo económico y con miras a ser el gran perjuicio para el desarrollo futuro del puerto de Coatzacoalcos.

¿Porqué decimos esto, contrario a la versión oficial que, en sus intereses por vender a la constructora tienen algunos empresarios de Coatzacoalcos, que no ven venir el problema que generará el túnel al breve plazo? Es muy sencillo, la profundidad a la que se instalará el techo del túnel será de 60 pies bajo la superficie del río. Actualmente el calado que se tiene es de 39 pies, 21 pies, es decir 7 metros menos que la del techo proyectado para el túnel, pero hoy en día los buques post panamax, que resultan ser viables para operar en Coatzacoalcos, requieren un calado de 49 pies, lo que dejaría poco más de 3 metros antes de llegar al túnel maravilloso. ¿Qué puede pasar en 50 años? Seguramente en menos, mucho menos tiempo, los buques cargueros tendrán más de ese calado y entonces el túnel será el gran freno para el desarrollo del puerto de Coatzacoalcos, única opción al futuro que tiene la economía de la región.

Cerrar esa opción de crecimiento portuario sería una grave irresponsabilidad que sería muy temerario afrontar para cualquier político, más ante un mundo en crisis cuya única salida económica es la realización racional de las posibilidades de un lugar, el comercio marítimo para el caso de Coatzacoalcos.

Hoy en día el túnel ya arrojó el más grande de los beneficios que puede aportar: logró que se confirmara que Coatzacoalcos fue un puerto olmeca, que los olmecas eran navegantes y que el puerto se ocupó como tal desde la época olmeca hasta los días de la conquista. Tener esos datos bien vale los 800 millones de pesos ya invertidos.
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