viernes, 21 de noviembre de 2008

La Corrupción tocó otro fondo

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Cuando el catastrófico Lear Jet que, en su caída, calcinó a más de 50 vehículos con sus ocupantes, que circulaban en el periférico cuando la aeronave tocó tierra, con la correspondiente muerte de más de 50 inocentes, además de algunos miembros de la mafia retrógrada que gobierna el país y que viajaban en el vehículo aéreo, se puso de manifiesto, sobre todas las cosas, la estupidez de los principios privatizadores que, como es común en estos casos, privilegian el lucro y no la calidad y seguridad de los servicios.

Un mar de contratos para mantenimiento de la aeronave, una confusa declaratoria sobre la antigüedad del vehículo, la constante insistencia en que se trató de un “accidente”, cuando todos sabemos que los accidentes no nacen, se hacen. El culpar a pilotos y controladores de vuelo sin voz, o sin “chamba”.

Pero el punto no es si fue o no un atentado, vamos a creer lo increíble y aceptemos las “explicaciones” oficiales. El punto es que, hace años, cuando el mantenimiento y resguardo de los aviones del poder ejecutivo federal estaba a cargo de los mecánicos de la Fuerza Aérea Mexicana, a la que pertenecen por ley, nunca pasaban esas extrañas cosas de que cayeran sobre cientos de inocentes, sólo el del gobernador de Tabasco, Carlos Alberto Madrazo, en 1969, junto con el tenista Rafael “Pelón” Ozuna cayó, claro, este avión no era de la Fuerza Aérea Mexicana.

El punto de todo esto es que el pretendido accidente que cegó las vidas de más de cincuenta personas inocentes (a las que se han reducido a menos de diez), además de nueve integrantes de la camarilla que está hundiendo al país, fue consecuencia de esa oleada privatizadora en la que, incluso los aviones del poder ejecutivo federal, adquiridos con recursos públicos y para uso exclusivo del gobierno federal, pero que por esa intrínseca corrupción (y estupidez) pasan a propiedad de compañías privadas que no tienen siquiera la capacidad de garantizar la seguridad de los funcionarios que les dan de comer.

Así colocadas las cosas, el “accidentazo” del cómplice de Fe. Cal. en la entrega de los recursos petroleros nacionales al extraño enemigo que profana con sus botas el suelo mexicano, es consecuencia del mismo principio que defiende la estulticia de los dos últimos sexenios: creer que la iniciativa privada hace mejor las cosas que las entidades públicas. ¡Bien merecido!
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Tristemente veo en tu publicación que escribes con las viseras, Fe Cal fué electo por todos los mexicanos por lo tanto es nuestro Presidente, en lugar de buscar de manera subersiva desunir al pueblo deberías buscar unir y proponer soluciones, usa tu iniciativa para proponer asoluciones no para destruir.