viernes, 15 de febrero de 2008

Un Carnaval Trasnochado

Resulta que en Coatzacoalcos se lleva a cabo la “tradicional” fiesta de carnaval desde hace cosa de siete años –corto tiempo como para poder decir que es propiamente tradicional– y cada año se pone en evidencia lo ridículo que resulta llamar “tradicional” a una fiesta que carece de todo arraigo.

Es paradójico que, mientras que en Xalapa el alcalde se complace en participar en los recorridos de bicicleta que organiza la ciudadanía interesada en fomentar el respeto a la bicicleta como medio de transporte y recreación, en Coatzacoalcos el alcalde se disfrace de bufón para participar en alguna batucada disonante, obligando a que los funcionarios de toda índole se disfracen y participen en las comparsas.

El caso de Xalapa es un ejemplo de dignidad, mientras que en Coatzacoalcos el ejemplo es de humillación y sometimiento. La Corrales –que no participa, afortunadamente– envía a todo el séquito de lamedores de escupitajos para que bailen y se exhiban en el tal carnaval. Todas las perversiones de la vida sexual se muestran en las figuras municipales, obligando a que participen todos los que no quieran perder el trabajo.

Las fiestas de carnaval se entienden como el período del año inmediatamente anterior a la cuaresma –época en que se realizaban los ritos de fertilidad anteriores a la siembra– pero sucede que el carnaval de Coatzacoalcos se lleva a cabo dos semanas después de las fechas –estas sí– tradicionales. Es un carnaval de plena cuaresma, desarraigado y absurdo, cuya razón de ser se pierde en la ambición de quienes hacen negocio con la estulticia de ese sector del pueblo que vive de naderías.

El pretexto que se esgrime es que el citado carnaval fomenta una derrama económica notable, pero nadie puede demostrar que cifras como el ingreso per cápita crezcan con la aberrante festividad forzada. Eso sí, los que rentan graderíos aprovechan la ocasión, más este año, que ese negocio está completamente monopolizado. Los vendedores de licor esperan su oportunidad y los artistas de la carpa –traídos todos de fuera– cosechan los millones. Sí se trata de una derrama económica, visto bien, una erogación que hace el pueblo de Coatzacoalcos a través de su aberrante gobierno, para beneficio de gente de fuera –todos ellos. Claro se ve que el alcalde tampoco es oriundo de este municipio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pierdete amigo tu dices puras mentiras
porque no fices las atrocidades de ivan a ver facil porque eres un pinxe vendido a esos babosos del diario que quieren desprestigiarlo en mi colonia ese hombre deivan dejo sumidad en inseguridad