domingo, 26 de octubre de 2008

La Paz y su Bandera

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No cabe duda que el sistema es capaz de invertir y corromper todos posibles valores. La paz no es ningún valor, pero la guerra es muy cruel; en la guerra mueren inocentes, los niños quedan sin familia, la miseria se hace patente en toda la geografía de un país en guerra, los jóvenes son utilizados por quienes hacen la guerra y sacrifican sus vidas a cambio de nada. En las guerras nadie gana y los pueblos son vencidos por los intereses de quienes crean las guerras.

El sistema capitalista descansa sobre el concepto de guerra y sometimiento, produce una gran miseria en los pueblos que son avasallados en la competencia mortal llamada mercado, que es como un campo de batalla en que unos buscan ganar lo que otros poseen. El despojo, la miseria y la muerte son el signo distintivo del capitalismo. Hoy en día, el sistema capitalista –que todo lo corrompe– ha creado una inmensa masa de desposeídos, que viven en una miseria tal que su capacidad de consumir los bienes superabundantes que produce el sistema es casi nula, con lo que el sistema capitalista entra en una de sus características contradicciones: producir una inmensa cantidad de satisfactores que muy pocos pueden consumir.

Esos muchos que no pueden ni siquiera consumir lo que necesitan para vivir: alimentos, medicinas, atención médica, casa y transporte, son las víctimas de esa extrema violencia que define al sistema capitalista. ¿Cómo será que reaccionen ante esta violencia?
¿Qué haría usted si no le dieran alimento ni trabajo para comprarlo, si lo sacaran de su casa por no poderla pagar, si su medio de transporte desapareciera y no pudiera pagar siquiera el camión que le lleve a donde vaya. Si no le dieran trabajo ni oportunidad de nada porque “no hay dinero” para usted. ¿Lo tomaría con paz o sentiría una furia incontenible? La respuesta es obvia.

Así que el sistema tiene que llenar su ambiente de mensajes sobre la paz, la necesaria paz, la paz como un “valor”. Son “malos” los que no quieren la paz, los que se violentan ante la injusticia, los que protestan y gritan. Los “buenos” quieren la paz, esa paz que no protesta, en la que, de manera ficticia e infantil, se toman de las manos para vibrar con la paz del mundo, para pedir la no–violencia por parte de los despojados del sistema.

Esa paz, esa bandera, esa certificación, además de ser símbolos superficiales, son símbolo profundo de un engaño en que se dejan llevar –por ignorancia e inconsciencia– las personas que esto aplauden, en vez de ver con indignación la trampa del sistema capitalista que busca la paz para seguir explotando a los miserables antes de que mueran, eso sí, en silencio, sin protestas y en paz.
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